“El pibe roto que mató a mi hermano es víctima de todo este sistema”. Jimena Villarreal no podrá superar nunca el dolor por la pérdida de su hermano Sebastián (45), asesinado de un balazo que disparó un adolescente para robarle la moto en barrio Yofre Norte de Córdoba. Pero sí puede alzar su voz para pedir “que los chicos puedan transitar una vida que no sea una mierda”.
“No estoy de acuerdo que se baje la edad de imputabilidad. El gobernador dijo que sea para determinados casos y hechos. Y le faltó agregar para determinados sectores sociales…”, me dijo con mucha ironía la hermana de Sebastián.
La mujer publicó este miércoles esta sentida reflexión en su cuenta de Instagram, a tres meses del crimen ocurrido el pasado 29 de febrero:
El gobernador dijo que hay que bajar la edad de inimputabilidad, yo le pido que antes de bajar la edad nos escuche como familia. A Sebastian lo asesinaron en la puerta de su casa cuando iba a trabajar, delante de sus dos hijos. Se murió en brazos de ellos. Lo asesinaron dos jóvenes, uno de 14 y otro de 17, dos jóvenes que ya saben desde antes de nacer que su vida no vale nada en términos morales, que sus muertes son invisibles y q sus sueños son imposibles. Es justo? No. Es lo que nos queda después del desamparo estructural: pibes con armas. Pibes matando por una moto.
Lo digo en primera persona, a mi nadie me la esta contando. Asesinaron a sangre fria a mi hermano. El dolor que siento es indecible.
Trabajo como psicóloga sociocomunitaria, atiendo «niñxs y jóvenes problematicos». Veo en sus ojos la deseperanza, en sus acciones la soledad y la trsiteza, en sus familias la impoisbilidad muchas veces de saber/poder hacer algo diferente. Tanto desamparo, tanta soledad, tanta confirmacion de que este mundo no es para ellxs. Mi terapéutica: la ternura ante tanta crueldad.
Lxs pibes de los barrios no se «desarrollan» como adolescentes, se los atropella como adultos. Un niño de 8 años en sesión me dijo «estoy cansado de la vida que llevo seño» (me dicen seño, no psico). 8 años y el sistema ya le tatuó en su ser todo lo que no va a poder ser/hacer/tener.
No estoy justificando nada, estoy tratando de que se pueda comprender que la solución no está en meter niños a la cárcel. Que un cambio necesario en lo penal es agravar las penas a aquellxs adultxs que utilizan niñxs y jóvenes, abusando de la vulnerabilidad de sus existencias. Son niñxs empujados al abismo todos los días. Y en algún empuje, se llevan a otrxs. Se llevaron a Sebastián.
Nos falta entender
Hablé un instante con Jimena luego del posteo. Ella estaba a punto de jugar al fútbol y se quebró en su relato, una vez más. Su vida y la de su familia ya está quebrada tras la muerte de Sebastián.
Pese al dolor, insiste en “el amor por el otro”. Por su puesto que exigen justicia. Pero “la justicia está en que se desarrollen políticas públicas integrales para niñxs y jóvenes, con posibilidades reales de accesos y recursos…para pensar una vida bonita, vivible para todxs”, como publicó en sus redes.
“Mi hermano no estaría muerto si esto no fuese tan fácil: si no hubiese adultos que le ponen un arma de un millón de pesos a un pibe roto”, dijo, entendiendo que también será justicia en la medida que se condene a los adultos culpables de insertar a los adolescentes en la delincuencia.
Y verbalizó más pensamientos: “Nos falta entender. Si un pibe de 14 y uno de 17 llegan a tener un arma para matar a alguien es porque hicimos todo mal, se hizo todo mal. No podemos llenar las cárceles de niños”.
Jimena es licenciada en Psicología y entiende que “uno no puede mirar a una persona sin el proceso que ha sido esa persona. No se trata de justificar sino de comprender que venimos de distintos recorridos, que nos han pasado distintas cosas, que para alguien tener una sopa caliente es un privilegio y para otros es algo que puede elegir. Nos falta tanta empatía”.
El caso
Sebastián Villarreal fue asesinado en la puerta de su casa cuando estaba a punto salir hacia su empleo. Fue emboscado por motochoros que lo ejecutaron a sangre fría para robarle su moto XR 190 de color negro. Era padre soltero de dos adolescentes y trabajaba en una fábrica de plásticos de la Capital.
“Tengo dos hijos, no me mates por favor”, llegó a decir antes de ser fulminado a balazos en la calle.
Entre los acusados, hay un adolescente de 14 años que por su edad es inimputable; otro joven de 17, señalado como el autor del crimen; otros dos, de 18 y 20, imputados como partícipes necesarios y otro hombre de 25, por ser partícipe no necesario del crimen, publicó La Voz.
Además, hay otros tres sospechosos acusados por el fiscal que se encuentran cumpliendo condenas por otros delitos y privados de su libertad. El fiscal Andrés Godoy, a cargo de la investigación, cree que todos integraban una asociación ilícita.